La Tercera Revolución Industrial empieza en los municipios

Suena el despertador y Rafa B. se levanta como cada mañana para ir a su trabajo. Desde hace meses, una inquietud ronda su cabeza: las naves industriales del Polígono Industrial Los Olivos, en Getafe, han estado recibiendo energía gratis durante años. Con este runrún aún presente, se mete bajo el agua de la ducha mientras continúa preguntándose cómo es posible que nadie utilice la energía que día a día cae sobre los edificios. En el desayuno, calcula la distancia que han recorrido los fotones desde el Sol hasta los tejados de su ciudad, ¡más de 150 millones de kilómetros! Entre sorbo y sorbo de café, se da cuenta que no sólo nadie está aprovechando esta energía sino que los propietarios de estas naves la están regalando. Le cuesta entender los motivos que se encuentran tras esta realidad y, de pronto, recuerda toda la alarma generada en torno a las energías renovables, materializada en lo que llamaremos solarfobia y, en un importante desconocimiento tecnológico.

Este vecino de Getafe, apasionado de las energías renovables, decide no postergar más esta cuestión y se pone a hacer números para demostrar que, mañana mismo, se podría iniciar una transición energética en su ciudad. Para ello, inspirado por el ejercicio intelectual de Lavapiés Solar, decide evaluar qué potencial de generación solar ofrece cada una de las naves industriales del polígono en el que acude a diario a trabajar. Los resultados se muestran en el siguiente mapa público:

La Tercera Revolución Industrial empieza en los municipios

Las cubiertas del polígono ofrecen más de 28 hectáreas de superficie. La pregunta es inmediata, ¿por qué no le damos uso a ese inmenso espacio? Los números de Rafa demuestran que eliminando sombras y elementos de las naves, se podría aprovechar el 65% de esa extensión para generar electricidad con placas solares. Nada menos que 18 hectáreas produciendo energía en abundancia, o lo que es lo mismo, la superficie de 36 campos de fútbol. Se trata de una cantidad tan grande que puede costar visualizarla pero implicaría la instalación de cerca de 100.000 paneles solares.

Rafa plantea la construcción de 228 instalaciones fotovoltaicas sobre tejados industriales, 25MW de potencia, con una inversión de 36,8 millones de euros que se recupera íntegramente en 7 años. Se trata de una cantidad inferior a los 117 millones de euros de ayudas directas para eficiencia energética del Programa de Ayudas a las PYMES y gran empresa industrial del IDAE.

Las empresas del polígono lograrían un ahorro en su factura eléctrica de hasta un 25%, Energía más barata que la que consumen actualmente, procedente exclusivamente de la red eléctrica. Pero al margen de estos números, lo que resulta incuestionable es que sería el planeta el principal beneficiado de la democratización de la energía solar. Se trata de una fuente de energía inagotable, renovable y, lo más importante, poco dependiente de los combustibles fósiles. En un mundo globalizado, donde el cambio climático avanza inexorablemente, el cambio de modelo energético ha dejado de ser una opción. Apremia, y más aún en España, transitar hacia un nuevo arquetipo descentralizado, en el que la ciudadanía se active y empodere, impulsando el cambio desde abajo y de forma horizontal, participativa y participada. Un nuevo modelo energético descarbonizado que permita abordar los enormes retos ambientales y sociales a los que nos enfrentamos.

La realización de este proyecto, evitaría la emisión de 27.000 toneladas de CO2 cada año a la atmósfera. Pero además, actuaría de revulsivo para la mermada economía del municipio. La fotovoltaica es una tecnología fácil de desplegar y que genera empleo local y, por tanto, riqueza. Y Rafa lo sabe. Mientras recorre el polígono industrial, no puede evitar mirar a su alrededor y sentir esa punzada de tristeza por todas las pequeñas empresas y pymes que se han visto obligadas a echar el cierre durante estos años de crisis. Pero esa mañana es diferente. En tan sólo seis meses, se podría ejecutar su proyecto implicando a 25 empresas instaladoras y dando empleo directo a 250 personas entre electricistas, montadores de estructuras, transportistas, albañiles, ingenieros, administrativos, etc.

Ante unos datos tan incuestionables, ¿qué se necesita para poner en marcha el proyecto de Rafa? Posiblemente, voluntad para transitar hacia un nuevo modelo energético que apueste por el poder de la comunidad, resiliente, inclusivo, participativo, consciente y sensato. Por ello, sin duda, el papel de las administraciones locales resulta fundamental e imprescindible al erigirse como catalizadoras de este cambio de paradigma, situando a las personas en el epicentro de la acción y conectando todo el entramado de redes y tejido social presente en el municipio.

Las Ciudades en Transición, los Foros de Emprendedores Locales o EcoooLocal son ejemplos del potencial que presenta para los municipios la transición hacia una economía baja en carbono, respetuosa con su entorno, local y de escala humana.

Voluntad e ilusión para promover otras ciudades y pueblos donde primen las personas y el medioambiente con un modelo energético ciudadano, sostenible y sensato.

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Fuente | EL PAÍS

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